El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. (AFP)
El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky. (AFP)

El Kremlin, que en ruso significa ‘ciudad fortificada’, es la sede de varias instituciones políticas, militares y religiosas (catedrales) desde que fue fundado en el siglo XIV, pero no pasó a ser la sede principal del Estado ruso hasta la revolución comunista de 1917. En esa ciudad fortificada, que debe de ser uno de los lugares más vigilados y protegidos del mundo, según la dictadura de Vladimir Putin, hubo un intento de asesinarlo con dos drones que causaron pequeños daños sin mayor consecuencia que el anuncio de que Moscú se reserva el derecho de eliminar físicamente al presidente ucraniano Zelenski y a su círculo más cercano.

El gobierno ucraniano ha desmentido cualquier intento de ataque contra Putin e, incluso, en territorio ruso, cuestión que obviamente no le conviene porque solo les daría excusas a sus agresores para que su agresión en la exrepública soviética sea más cruel y mortífera. Además, las imágenes de un pequeño incendio en algún lugar no conocido que los medios estatales rusos muestran como “pruebas” del supuesto atentado contra Putin no son convincentes y, en nuestros tiempos, son fáciles de recrear de forma natural (en un ambiente ficticio) o artificial, con efectos especiales.

Zelenski desmiente categóricamente la información de los portavoces de Putin y debemos recordar que, históricamente, también se han dado informaciones falsas o dudosas tanto para justificar conflictos desde la guerra hispano-estadounidense en Cuba, en 1898, cuando la prensa amarillista llegó a su apogeo con dos diarios sensacionalistas, el New York Journal del magnate William Randolph Hearst y el New York World de Joseph Pulitzer, que, al no recibir información confiable sobre lo que ocurría en la isla caribeña, propalaron la información de que el buque de guerra Maine fue hundido con bombas colocadas por el Ejército español. Nunca se supo la verdad sobre lo que la mayoría considera que fue una explosión accidental que ocurrió en el Maine.

Desde entonces, muchos gobiernos han inventado o tergiversado historias para inducir o agudizar conflictos.


TAGS RELACIONADOS